sábado, 31 de enero de 2009

Capítulo 1-La fiesta parte 2

Lo siento no haberlo subido antes pero se me borró el documento y tuve que reescribirlo (que patosa xD).


Cuando llegamos a su casa sus padres estaban preparando las maletas. Nos advirtieron que su tío se pasaría de vez en cuando para asegurarse que todo iba bien.
Me invitaron a pasar la noche allí para que Inma no estuviera sola; llamé a mi casa y contestó mi madre. Le pregunté si podía quedarme en casa de Inma.
--Sí. Princesa, siento mucho lo de antes—se disculpó—pero no soy tan valiente ni tan fuerte como pensaba. Él pensaba que podría contártelo—se lamentó.
--¿Él? ¿Quién es él? ¿Es papá?—pregunté sin ninguna efectividad, pues colgó.
Estábamos preparando los adornos, cuando me percaté de que alguien me estaba mirando. Recorrí la habitación con la mirada. Apoyado en el marco de la puerta estaba el hermano de Inma lo había visto algunas veces pero nunca había hablado conmigo, tendría unos 13 años, según lo que me había contado Inma. Lo saludé con la mano y se acercó. Se parecía mucho a Inma su pelo era del mismo color dorado que el de ella.
--¿Tu vives en la casa encantada?—Me preguntó con curiosidad.
--Sí—reí--¿Por qué está encantada?
--Bueno… Es grande, oscura, no se ve a nadie entrar ni salir, se oyen ruidos… Además dicen que allí viven monstruos.
--Entonces, ¿yo soy un monstruo?—pregunté, aguantando la risa.
--No—dijo pensativo—a lo mejor eres adoptada—lo dijo con tanta confianza que las ganas de reírme pararon en seco.
¿Podría ser verdad?, pensé, ¿Ese era el secreto que me querían contar?
A decir verdad, no me parecía mucho a ellos. Mi padre tenía el pelo tan rubio que, en algunas ocasiones, parecía blanco, sus ojos eran rojizos. Mi madre tenía el pelo cobrizo, aunque se lo teñía de negro, y sus ojos eran marrones. Por genética se supone que mis ojos debían ser oscuros y mi pelo claro, pero era al contrario. Mi pelo era negro y mis ojos azules. En definitiva, no me parecía a mis padres y cuando les preguntaba por ello, afirmaban que me parecía a mis abuelos.
Subimos a arreglarnos, aún confundida por la afirmación de Jamie, el hermano de Inma.
Inma tenía el pelo corto y muy rizado, así que para su disfraz se compró una peluca negra y yo me ricé el pelo, por muchos rizos que tuviera, el pelo lo seguía teniendo por el codo de largo.
Estaba en la mesa de aperitivos cuando un chico vestido de vaquero se me acercó. Llevaba una mascara aunque estaba casi segura que aunque se la quitara no podría reconocerlo.
--¿Te cae bien la chica de la fiesta?, es decir, ¿La conoces?—afirmé con la cabeza—Pues yo no la conozco ni quiero—sino quería conocerme que no me hablara, pensé. Seguí mirando por la ventana como el viento azotaba los árboles—Su casa es tétrica ¿no crees? A saber como es ella.
--¿Se puede saber por qué me hablas?—pregunté irascible. Por favor que se vaya, rogué. Pero no se fue.
--Te quiero conocer—sonrió--¿Qué piensas sobre la chica? Dicen que se llama Princesa. Vaya nombre.
--Creo que es una chica normal y que te has pasado—hice una pausa para respirar-- Para tu información me llamo Princesa, si tienes algún problema con mi nombre será mejor que me lo digas ahora—intenté calmarme y que me dijera algo. Como no contestó proseguí—Ahora te vas a dar la vuelta y como te vuelva oír hablar de mí vas a desear no haber nacido. --El chico desapareció entre la multitud y en ese momento llegó Alan, era el único chico que me gustaba y que además no me miraba como si fuera de otro planeta.
--Tengo algo que decirte—se colocó a mi lado, dirigió la mirada hacia donde yo miraba--¿Te estaba molestando?—negué con la cabeza y lo miré. Estaba increíblemente apuesto y para mi sorpresa iba disfrazado de Drácula.
-- ¡Anda! ¡Qué sorpresa! Aquí esta la vampiresa vestida de vampiresa, que ironía ¿no?—me di la vuelta y allí estaba él. Su pelo color miel, lo hacía parecer inofensivo, aunque de eso no tenía ni un pelo. Su sonrisa estúpida me daba ganas de pegarle una bofetada.
--Ah, ¿eres tú?—pregunté sonriendo—Pues…muérete—me fui hacia la cocina.
Nacho me cayó mal el primer día en que lo conocí. Me di cuenta de que era un prepotente, un soberbio y un imbécil. Todo empeoró cuando comenzó a llamarme “vampiresa”, por el simple hecho de que le mordí y le salió un poco de sangre.
--¿Es que tienes miedo de mi?—Nacho entró por la puerta.
--Más quisieras—dio un paso hacia mi—El miedo lo tendrás tu. Yo te podría morder—le desafié.
--¿Y si te muerdo yo?—se acercó otro paso mas y señaló su disfraz. Llevaba una capa, negra hasta el suelo y un esmoquin negro. Su pelo estaba engominado para atrás.
--Los magos no muerden.
--¡Qué graciosa! Al menos yo llevo colmillos—y señaló la dentadura de plástico postiza que llevaba.
--Fue por el veneno de tu sangre por lo que se cayeron—y retrocedí.
--Te encantaría beber mi sangre—esta vez se acercó tanto que pudo besarme.
--¿Interrumpo algo?—preguntó Alan en el quicio de la puerta. Yo me separé y Nacho se fue-- ¿Ya sois amigos?
--Prefiero la muerte—bromeé--¿Cómo te va con Sara?—cambié de tema.
--La he dejado. Lo nuestro no funcionaba.
--Que maduro, ¿Y por qué lo has hecho?
--Yo… yo estoy…enamorado de otra persona—sonrió—aunque no se si yo también le gusto.
En ese momento la vista se me empezó a nublar, me sentía mareada, las piernas me temblaban. Alan me cogió antes de caerme. Sentí un sabor amargo en la lengua. Y entonces Alan llamó a Inma.
--Estoy bien—le dije para que no se preocuparan--De veras, solo un poco mareada—Estaba acostumbrada a desmayarme de ese modo, aunque siempre había sido por ver sangre o solo de pensarla.
--Tendrías que echarte en la cama un rato. Acabaré con la fiesta ya—cuando intenté contradecirle me interrumpió--Ahora subo.
Subí por las escaleras hacia la habitación, cerré la puerta y busqué mi bolso. Tenía un jarabe que hacía mi madre que cuando me lo tomaba me sentía mejor y el sabor de la boca se me quitaba. Tenía un color carmesí y sabía a óxido, aunque tenía un toque dulzón.
--¿Eso es sangre?—reconocí esa voz. Era Nacho.
--¡Se puede saber que haces aquí!
--Terminar lo que empecé—se acercó rápidamente, me cogió del brazo y me besó. Intenté resistirme pero no tenía la fuerza suficiente—se que te gusto—no sé lo que me pasó lo cogí del cuello y lo levanté del suelo. Tenía una furia inexplicable dentro de mí.
--Princesa, tranquila—era Alan.
Dejé a Nacho en el suelo semi inconsciente, no sabía lo que me había pasado, una subida de adrenalina, tal vez.
Inma subió al cuarto y Alan dijo que se encargaría de llevar a Nacho a su casa.
Inma me despertó por la noche diciendo que oía ruidos, pero que le daba miedo bajar, así que me encargué yo de bajar. No tenía nada cortante en su habitación, por ello, cogí la escoba que llevaba su disfraz.
Bajé las escaleras en silencio e intentando no caerme. Estaba oscuro aunque lo suficiente para ver si había alguien.
Oí un ruido proveniente de la cocina. Fui y no había nada ni nadie. Entonces un escalofrío recorrió mi cuerpo, miré por la ventana y allí, había una sombra, no la veía bien, pro podría jurar que me estaba mirando. Empezó a ladrar el perrito de Inma como si le basara la vida en ello.
--¿Hay alguien ahí fuera?--pregunto Inma detrás de mi--¡Princesa, contéstame!--Estaba aterrorizada y yo petrificada, no podía moverme y mucho menos hablar.
--Creo que sí--dije después de recuperar el habla. No sabía lo que me había pasado--No le puedo ver bien. Voy a salir.--Pero Inma me lo impidió cogiéndome del brazo. Miré hacia la ventana otra vez, pero no vi nada, ¡se esfumó!
Después a Inma le costó mucho quedarse dormida y a mí, dejar de mirar por la ventana.

miércoles, 7 de enero de 2009

Capítulo 1-La fiesta parte 1

Hola!! Primero que nada daros las gracias por leer y comentar. Espero que este también os guste (no es muy buena XD)
Esta es la primera parte que es un poco larga.

Cinco días más y el año se acabará y con eso pasará mi cumpleaños, nací justamente el treinta y uno de diciembre a las doce en punto, casualidad, pero fue así.
Mis amigas se quejan porque después empezará otra vez el instituto, es por vicio, seguro, ya me gustaría ir al instituto, pero mis padres prefieren las clases en casa, así que los profesores vienen aquí. Si quiero hablar con mis amigas o simplemente salir tiene que ser después de la puesta de sol, porque mis padres están empeñados en que de más clases, aunque siempre estoy mirando por la ventana, nada me gustaría más que salir a la luz del día para variar.
---Princesa, ha venido una amiga a verte—dijo mi madre gritando por la escalera.
---Ya bajo, mamá.---Cerré la ventana de mi habitación, hacía mucho frío y el cielo estaba cargado, el frío me hacía sentir que estaba viva, me encantaba.
Baje por la escalera y me dirigí hacía la entrada y allí estaba Inma, con la chaqueta color caqui de siempre, unos pantalones vaqueros y unas botas negras.
Cuando mi madre se metió a la cocina, Inma se me acercó y me susurró:
---Tienes que venirte esta noche a mi casa.
--- ¿Por qué?, ¿Qué hay esta noche?--- Tratándose de ella, no sabía a que atenerme.
---Hay una fiesta de cumpleaños--- se le dibujo una sonrisa que le iluminó la cara.-y tu estas invitada.
--- ¿Quién cumple años? ---pensé en las personas que conocía que cumplieran años a últimos de diciembre y ninguno los cumplía, excepto yo. Entonces lo comprendí--- ¡No será el mío!--- Me empecé a preocupar, no es que no me gustaran las fiestas, que si me gustaban, pero tratándose de Inma quien las organizara podía pasar cualquier cosa.
--- ¡Tranquila!, y sí, es el tuyo—dijo con voz tranquilizadora, pero no surtió efecto.---y lo he organizado todo yo.
--- ¿¡Qué!? , ---grité--- si la organizas tu no me tranquiliza. En la última fiesta que organizaste prendiste fuego a toda tu casa y tuvieron que venir los bomberos. ¿Se puede saber por qué no me lo dijiste?
---Porque sabía que te ibas a poner así, y además es de disfraces, va ha estar genial. Te prometo que no voy ha prender fuego, ni siquiera cogeré una cerilla, por favor…--- rogó, estaba entusiasmada y ¿quién era yo para quitarle la ilusión? Así que acepté.
Subimos a mi habitación, nos sentamos en mi cama y allí me contó todo lo referente a la fiesta: la decoración, los invitados, más de los que yo había supuesto, y finalmente los trajes, que en vez de llevar trajes navideños como era normal en esa época del año planeó como una especie de halloween con la condición de llevar puesto un gorro de Papá Noel.
---Entonces, ¿de qué te vas ha vestir?, solo tienes la tarde---me preguntó con cara entristecida.
---Lo sé, y eso gracias a ti. ¡Gracias!---dije con toda la ironía que podía.---¿Ahora que hago?
---Lo siento, tenía que haberte informado un poquito antes. Pero que quieres, soy yo.---se excusó encogiéndose de hombros.---¡Tengo una idea!---dijo de repente.
--- ¡Tú!, eso no me lo esperaba--- y empecé a reírme al tiempo que fruncía el ceño.---Venga, dímelo---le pedí al ver que no continuaba.
---Voy ha hacer caso omiso a tu comentario---dijo haciéndose merecedora de un aplauso de haber pasado mi comentario por alto---y te lo voy ha decir.
Hice un gesto con las manos para que siguiera.
---Bien, haber que te parece. ¿Y si te vistieras de vampiro?---dijo esperanzada.
---Claro, ahora voy a por el traje de vampiro que tengo en mi armario para una fiesta sorpresa de disfraces---dije con ironía. Al ver que sonreía continué: ---No lo tengo, por si no lo sabías--- dije enfadada.
---No hace falta ningún traje especial solo…---fue apareciendo una sonrisa juguetona por las comisuras de sus labios--- ¿Tienes algo negro?
---Si, creo que si---acordándome de los vestidos que me regalaba mi madre para la fiesta de fin de año, a la cual invitaba a todos sus amigos. Me dirigí hacia el armario que estaba al lado de la ventana y saqué tres vestidos negros---Solo esto.
---Es perfecto—dijo sonriendo de oreja a oreja—solo habrá que cortar un poco por…
---Nada de cortar—la interrumpí---mi madre se pondría hecha una fiera si se enterara.
--- ¿Y si sé lo pregunto?---al ver que ponía cara contrariada, añadió: --- el “no”, ya lo tenemos.
---Vale, pero se lo preguntas tú. ¿De acuerdo?---y le ofrecí mi mano para sellar el pacto.
---Sí, ya verás como sí te deja---y alargó su mano y estrechó la mía.
Bajamos las escaleras como alma que llevaba el diablo y nos presentamos en la cocina, donde estaba mi madre cocinando.
---Salma, --- llamó a mi madre por su nombre de pila, cuando se volvió, continuó: ---para la fiesta de esta noche habíamos pensado en que Princesa se podría poner un vestido negro, de los que tiene en su armario.
---Claro, solo se los pone para celebrar el fin de año.
---Solo tendremos que cortar un poquito---siguió Inma.
--- ¿Cortar?, ¿para qué?---alzó una ceja mi madre.
---Bueno, es una fiesta de disfraces y no puede ir solo elegante tiene que…
--- ¿Y de que iría vestida Princesa si pudierais cortar los vestidos?---preguntó sentándose en la silla de madera, con una sonrisa divertida.
---Iría toda de negro, imitando a un…---Inma se quedó divagando en sus pensamientos.
---De vampira. Iría de vampiresa---continué yo.
La cara de mi madre se transformó en miedo y desesperación, empezó a negar con la cabeza.
--- ¡NO! Es muy peligroso, lo siento, pero no.---la expresión que tenía mi madre era de inquietud y no sabía el porque.
---Mamá, solo es una fiesta, ¿Por qué es peligrosa?--- pregunté con escepticismo, ¿Qué le pasaba?, ¿era por la fiesta o por el disfraz?
---No va ha haber nadie que yo no conozca, todos son compañeros de clase---aseguró Inma.
---No puede ir, y punto—sentenció mi madre.
---Salma, por favor, no se puede celebrar una fiesta de cumpleaños si la que cumple los años no está---insistió Inma---además van estar mis padres ---y me buscó con la mirada, al ver que no decía ni hacía nada, siguió indecisa--- y mis mascotas.
--- ¿Qué mascotas tienes?—preguntó severamente mi madre a Inma mirándola fija.
---Tengo un perro pequeño, que me regalaron por navidad y un gato--- Inma me miró sin comprender porque se lo preguntaba y me encogí de hombros.
---Entonces, te dejo ir---dijo dirigiéndose a mi---pero si tu perro o tu gato le gruñen a algún invitado, o se va ese invitado de la fiesta o se va Princesa---dijo dirigiéndose a Inma. Inma abrió la boca para decir algo pero mi madre le interrumpió---si, podéis cortar los vestidos.
---Gracias---le dijo Inma a mi madre.
Subimos por la escalera hacia mi habitación, allí Inma cogió las tijeras que había en mi escritorio y un vestido negro de los tres que había dejado en mi cama y se puso a retocarlo.
---Te lo dije—me restregó—gracias a mí, puedes cortar los vestidos e ir a la fiesta.
---No, --- le rectifiqué--- gracias a tus mascotas, es un poco raro, ¿no?
---Bastante, pero no le preguntes porque, por si cambia de opinión, ¿vale?
---Vale. ¿Qué estas haciendo con el vestido?---intenté verlo por encima de su hombro pero no lo ví.
---Unos arreglillos, tranquila se va ha quedar muy bien, te lo aseguro.
---Me das miedo---le respondí con la voz más tenebrosa que podía salir de mi garganta.
---Si, claro—dijo pasando de mi--- ¿Tienes pintura negra?
---Si, el otro día mi padre pintó la puerta de la cochera, ¿te la traigo?---sonreí ampliamente.
---No seas tonta, me refería a maquillaje---me encantaba verla contrariarse.
---Lo sabía---le dije burlándome de ella---tengo sombra, ¿te va con eso?
---Si, ¿sabes? tráete la pintura de tu padre, al final nos va ha servir para algo---rodé los ojos y bajé a buscar la pintura.
Fui ha preguntar a mi padre donde estaba la pintura, pero oí voces en el salón y me paré. Eran mis padres y sonaban preocupados.
---Si lo descubrieran…, no quiero ni imaginarme lo que harían---sollozó mi madre.
---Ey, Salma, no se porque te preocupas, nunca ha pasado y no va ha ser ahora---la consoló mi padre, pero no funcionó, siguió igual.
---Pronto empezará a sospechar, y habrá que contárselo---se lamentó mi madre---no sé como lo voy ha hacer.
---Cuando llegue el momento se lo diremos juntos, aún hay tiempo.---¿hablaban de mi?, ¿Qué es lo que me tenían que contar?
---Va a cumplir diecisiete, se lo teníamos que haber dicho desde que nació---me cansé de tanto enigma y entré.
--- ¿Me tenéis que decir algo, por casualidad?---pregunté alzando la ceja y poniendo las manos en la cintura y los miré a los dos a los ojos, estaban sentados juntos en el sofá naranja que estaba al lado de la mesa.
---No---respondió mi padre con contundencia.
---Lo he oído, hay algo que me deberíais haber dicho hace tiempo.
---Cariño, ---dijo mi madre amablemente levantándose del sofá y dirigiéndose hacia mí---es algo sin importancia.
---Entonces, decírmelo ya---le exigí.
---Vale. Te lo diré.---miró ha mi madre y después se dirigió hacia mi---era…, bueno…, solo era que tienes unos tíos que van ha venir a la fiesta y no sabíamos como contártelo.
---Claro, y soy idiota, y me lo creo---puse en mi rostro la sonrisa más falsa que podía y dije: --- ¿no me lo vais a decir?, ¿verdad?
---No---al decirlo, mi madre le dio un codazo en el estomago---quiero decir…, ya te lo he dicho.
Me enfadé, no me gustaba que me ocultaran las cosas y mucho menos mis padres. Cuando subí a mi cuarto le pregunté ha Inma que si nos podíamos ir ha su casa y accedió, cogimos el vestido, unos zapatos negros y la sombra, y nos fuimos.



viernes, 2 de enero de 2009

Prefacio - Muerte

Haber si empezamos bien este año y os gusta esto:

Se podría decir que estoy sola en esta lúgubre cuarto sin ventanas, probablemente en un sótano, eso si no contábamos a las personas que están detrás del doble cristal que hay enfrente de mí y que cuando logre liberarme, si me libero alguna vez, de la silla en la que estoy atada estoy segura que entrarían por la puerta para rebajarme.
Si alguien me hubiera contado lo que sé ahora, probablemente no lo hubiera creído. Sinceramente lo hubiera llamado loco y hasta lo hubiera llevado a un centro psiquiátrico.
En ese momento oí un ruido proveniente de la puerta de hierro situada a mi derecha, sino hubiera tenido las manos atadas a la espalda hubiera salido de aquí hace mucho tiempo, pero por mucho que me moviera, tirara o retorciera las esposas no cedían. Por la puerta entró un hombre alto, moreno sencillamente imponente cuando se acercó a mí me fijé en que sus ojos, eran negros como dos pozos sin fondo, vacíos de emoción y tenía el pelo corto, tipo militar. Cerró la puerta en un gran estruendo, cogió la silla de al lado de la puerta y con ella se dirigió hacia mí. Hizo una mueca, algo parecido a una sonrisa, dejó su silla entre el cristal y yo, y se sentó.
-Espero que su estancia aquí sea de su agrado- dijo sin perder la sonrisa.
-Si, claro, aunque algunas cosas se podrían mejorar-intenté levantarme pero no surtió efecto – como, por ejemplo, no atar a las personas que entran, ¿no crees?-dije con tono amable.
El hombre negó primero con la cabeza, parecía divertido por alguna cosa, de repente su gesto cambió, se volvió imperturbable, más de lo que ya era, y se levantó bruscamente de la silla causando un gran silbido por el suelo. Me dio un escalofrío.
-¡Deja ya el sarcasmo!-su voz se tornó autoritaria.
-¿A dónde se ha ido la amabilidad?-dije aparentemente despreocupada.
-Si con sarcasmo empezamos, con una muerte terminaremos y cree si te digo- se dibujó una sonrisa en su cara que me intranquilizó aún más-que yo no voy ha ser. Yo de ti rezaría.
-¡Qué poético! ¿Eres poeta?-se acercó a la silla en la que estaba atada y me acorraló. Y para intentar tranquilizarlo desvié el tema -y sobre lo del consejo no soy muy católica.
Eso pareció funcionar porque se sentó en la silla.
-Como quieras, no me importa lo que hagas sino lo que sabes.-Descubrió su cinturón, en el cual tenía una pistola- tu sabes algo que yo quiero saber.
-La envidia no es buena-le dirigí una sonrisa irónica.
-Lo que tu digas, pero que sepas que no es bueno hacerme enfadar- y acercó su silla más a la mía.-
-No diré nada aunque me matees. Así que puedes ahorrarte tus amenazas y haz lo ya-intenté serenarme y sonar despreocupada pero no lo estaba en absoluto.
Su cara cambió en el momento en el que lo dije, entonces cogió la pistola de su cinturón, se acercó lentamente hacia mí, a lo mejor para provocar mi agonía, y se sentó de rodillas en frente de mí, entonces oí un disparo…
Se me cortó la respiración, miré a aquel hombre que estaba con esa sonrisa burlona con la que había entrado, bajé la cabeza y vi un líquido escarlata saliendo por mi costado derecho. Empecé a notar la vista cansada y borrosa, cerré los ojos.
-Dulces sueños, Princesa- empezó a reírse.
Cuando sus palabras llegaron a mí cerebro, no lo pude creer, ¿Cómo ese desconocido sabía mí nombre?, a lo mejor solo era un decir, y estaba haciendo una montaña de un grano de arena.
Sentí un profundo dolor en el cuerpo.
El motivo por el cual me pasó esto, es una historia muy larga, así que empezaré por el principio, pero nunca me arrepentiría, soy parte de esto…

jueves, 1 de enero de 2009

Feliz año 2009

Feliz año nuevo!!!!!!
Empezamos creando un blog para el año nuevo
y haber si tenemos suerte y conseguimos una bonita
historia que os guste (haber si este año algo sale bien)
solo me queda despedirme y hasta la nueva entrada
bssss