miércoles, 9 de septiembre de 2009

Otra vez aquí....


Capítulo 2 – ¿Familia?

Me desperté mirando el calendario que estaba pegado en la puerta. Hoy estaba señalado con rotulador rojo, era mi cumpleaños.
No tenía mucha prisa de que llegara, la noche que me esperaba iba a matarme, en sentido figurado; gente desconocida, fiesta de etiqueta y lo único que me era familiar eran mis padres y que la celebración se realizaba en mi casa .
Bajé por las escaleras recogiendo mi cabello en una desastrosa coleta.
Entré en el salón y me encontré una visita inesperada; allí había cinco personas, tres de ellas no las conocía y las otras dos eran mis padres.
Normalmente mis padres por la mañana se iban y no volvían hasta la tarde. Al principio quería saber el porque de tanto misterio pero cuando crecí se me pasó, tampoco era tan importante saberlo.
-Bue... buenos dí.. días- dije atropelladamente por la sorpresa.-No me esperaba que estuvierais aquí.
-Volvimos pronto- lo he notado, pensé, aunque no quise interrumpir a mi padre que añadió-: Ellos son Carlo, Galy y Nik.
Carlo, que tendría aproximadamente la edad de mis padres, sonrió, aunque más que una sonrisa parecía una mueca divertida, y se adelantó un paso donde se inclinó suavemente, haciendo como una especie de reverencia. Su pelo era negro con unos tonos marrones, aunque no se notaban mucho, y hacía que el pelo pareciera más brillante y un poco más claro, era muy robusto a la par que alto y unos ojos tan negros que se asemejaban a dos pozos sin fondo.
Galy, al contrario que Carlo, no se movió. Podría tener mi edad, más o menos, y tenía mi misma estatura, su pelo era del mismo color chocolate que los mechones de Carlo, al igual que sus ojos del mismo tono que su pelo, pero con tono extraño parecido al verde.
Nik, era la más pequeña, no pasaría de los 14 años, su pelo al contrario que los demás no era oscuro sino un rubio cobrizo claro que era difícil no mirarlo por sus rizos angelicales y los ojos eran un claro verde azul.
Los tres compartían algunos rasgos del rostro: como los ojos grandes y almendrados, y la piel blanquecina, por ello supuse que eran parientes, aunque no yo podía decir nada puesto que mi piel no era lo que se decía tostada ni siquiera se podría decir que con color.
-Tienes que arreglarte- dijo Nik y por su tono parecía más una orden que una sugerencia.
-¿Por qué?- pregunté, aunque antes de que ella respondiera yo misma lo hice. Empezando por arriba: mi pelo era un desastre y la coleta que me había hecho al bajar me daba a mi la sensación de que no me había ni recogido la tercera parte de mi cabello; la camiseta de tirantes que me había puesto no es que estuviera sucia es que estaba asquerosa, no de manchada sino de vieja, me estaba corta, pero la llevaba cómoda y por ello aún no la había tirado, para dormir aun servía, aunque solo fuera para eso; los pantalones que me llegaban por la mitad del muslo, antes habían sido piratas y me llegaban por la mitad de la pantorrilla, pero le pasaba como a la camiseta, eran muy cómodos.
Aún estando en pleno invierno no me daba frío llevarlos puestos, siempre había soportado muy bien el frío, será costumbre, pensaba.
-Pues porque...- allí se quedó su explicación. Galy le tapó la boca con la mano.
-Calla, Nik. Debería cambiarse, ya es bastante tarde- me informó.
-Si,es verdad.- admití mirando el reloj que estaba situado en el estante que había en el salón. Abrí la boca para presentarme como era debido, pero solo al levantar la mano, Galy me interrumpió.-Se quien eres, Princesa Zarofi.
No hace falta que nombres también mi apellido, aunque no lo pronuncié en voz alta. Solo me limité a asentir, he ir en dirección a las escaleras para subir a cambiarme.
Cogí los primeros pantalones y camiseta que había por mi cuarto y me los puse, no quería tardar mucho tiempo tenía muchas preguntas y ninguna respuesta que las contestara sobre mis nuevos conocidos, porque no creo que tan pronto se puedan hacer amigos. También intenté que mi pelo quedara bien amarrado dentro de la goma elástica.
Busqué en el salón, pero solo estaba mi padre leyendo el periódico del día, también busqué por la cocina, pero allí tampoco había nadie salvo mi madre. Me senté en una silla y esperé a que mi madre pusiera la sartén encima del fuego, mientras escogía una de las muchas preguntas que tenía para ella respecto a las personas de ésta mañana.
-¿Quienes eran?- indagué.
-Bueno... se quedarán aquí por un tiempo.-puso una sonrisa de suficiencia.
-Vale, eso responde el porque, de que ellos están aquí, pero no quien son.-Algo me dijo que no sacaría mucha información de mi madre.
Volví al salón y me acerqué a mi padre.
-¿Quienes eran?- pregunté como si no me importara.
-Familia, de cuando eran buenos tiempos-se volvió y me miro- Es posible que no te acuerdes de ellos, pues aun eras muy pequeña la última vez que te visitaron.
-Y ¿donde se quedarán?, a dormir quiero decir ¿o solo vienen por esta noche?- me dí cuenta de que lo estaba avasallando a preguntas, pero no podía parar. Para una vez que me contestaba a alguna pregunta lo iba a fastidiar.
-Se quedaran aquí, en una de las habitaciones que no usamos normalmente y probablemente también algunos días después. Ahora si me disculpas me gustaría leer el periódico-alzó una mano para que me alejara .
Por tonta que pareciera la idea pasé el resto de la mañana hasta la comida, dando repasos a mi casa para ver si los encontraba, allí no había nadie.
Bajé las escaleras, era la hora, para ser totalmente sincera, unos 3 minutos después de la hora. La música había comenzado hacía poco tiempo, justo cuando me puse el vestido que para variar era negro, aunque también unas largas hebras rojas que recorrían todo el vestido hasta la rodilla que es donde llegaba el vestido.
Entré al salón mayor que era donde se celebraba, la habitación era muy amplia, pero no lo suficientemente iluminada como para apagar la lámpara de araña que había en medio de la habitación, con mucho cuidado por miedo a caer cuan larga era en el suelo de el salón por culpa de las sandalias que mi madre me obligó a ponerme, cuyo tacón era más largo del que yo podía llevar.
Allí, en medio, había una mesa con un mantel color hueso, según mi madre, y que yo lo definiría más bien como un blanco sucio, encima estaban los cubiertos, las copas y los platos que necesitaríamos para cenar.
Oí mi nombre entre el bullicio que había, que no era mucho. Me dirigí hacía el lugar de donde correspondía la voz. Mi madre estaba al lado de una mujer alta, de ojos verdes, cuya cara ovalada la envolvía un cabello oscuro con destellos rojos. Lo llevaba suelto y ondulado pero eso no le quitaba el halo de distinción y elegancia que tenía.
-Ella es Coraline. Compañera sentimental de Carlo. Te acordaras de sus protegidos ¿no?
-Son Galy, William y Nik. Puedes llamarme C, Coraline me hace parecer más antigua.-intervino Coraline antes de poder contestar.
-Yo solo conozco a Galy y a Nik, no recuerdo haber conocido a ningún William.
-¿Será porque no lo has conocido?- preguntó en tono burlesco.
-Podría ser por eso-ignoré su burla, sonriendo.
-Lo conocerás, tranquila.
-Lo estoy, no me preocupa mucho.
Cuando Coraline se fue, mi madre se giró observándome inquisitivamente.
-¿Por qué hablas así? No me gusta eso.
-No he hecho nada que para la sociedad sea malo, ¿no?
Rodeemos la mesa y cada uno se puso en un lugar automáticamente, sin jaleo ni siquiera un ligero revuelo. No sabía como se habían colocado tan rápidamente en las sillas.
Conocía a pocas personas de allí, para ser sincera, conocía a mis padres, Coraline, Carlo, Galy y Nik. Los demás no eran distintos de los de todos los años,- siempre eran los mismos- pero no había hablado con ellos por lo menos no tanto que con Coraline, Carlo, Galy y Nik, ni siquiera sabía sus nombres. Les hacía preguntas sin importancia: ¿Qué tal ha ido la cena?, ¿Como estáis?, ¿Necesitáis algo?, mi madre las preguntas de rutina, todos los años era igual.
Empezamos a cenar, en realidad, empecé yo y los demás me siguieron . Todos hablaban entre sí, a mi solo me dirigían susurros y miradas extrañas.
Me aburría y empecé a contar a las personas que había allí comiendo, más bien, cenando, conté a veinte personas saltándome a las que conocía.
-Tenemos que darte algo- susurraron al unísono mis padres.
Lleguemos a un lugar más alejado, en el que nadie pudiese escucharnos.
-Esto se pasa de generación en generación, tu tatarabuela, a tu abuela y ésta a su hijo, a mi, quiero decir- se corrigió.
Sacó de su bolsillo un estuche y lo abrió. Dentro estaba un colgante plateado plano con una letra: Z.
-Póntela, no te la quites nunca-advirtió.
-Es preciosa.- También era sencilla.
En verdad no era muy antigua y me la dio, sentí un ligero pinchazo, no pesaba tanto como creía.
Estaba acostumbrada a que me regalaran cosas pero no a que fueran de mi familia, de mi abuela ni más ni menos, nunca me contaban nada de ellos. Estaba muy entusiasmada por aquel regalo.
Me la pusieron plácidamente sobre mi pecho, estaba fría, aunque, ¿que no iba ha estar frío en invierno? Me sentía segura, también más... no sé...más ¿vengativa?, podría ser, en realidad todo podría ser.
Regresé al salón en donde todas las personas que habían allí se giraron y me miraron, en realidad no a mi sino a la cadena. Noté como mis mejillas se tomaban en un color no muy distinto del tomate.
Mi móvil, que llevaba en la mano, vibró. Un mensaje de Inma.
<>
Aunque me pareció en principio una estupidez, pero en ese momento nada me pareció más placentero que salir de allí. Me di la vuelta, mis padres ya se habían ido , cuando los encontré, no estaban solos.
-Tengo que subir arriba- les informé, intenté escaquearme para no tener que dar explicaciones. No las había.
-Princesa-me volví-¿Donde está tu educación?- preguntó mi madre y se apartó.
-Soy William-me cogió la mano de uno de mis costados y posó sus labios.
Eran fríos y suaves. Mi piel tuvo un leve cosquilleo donde sus labios se posaron.
Sus ojos eran del color de la esmeralda, un verde intenso que me transportaba a un bosque, eso junto con su pelo negro le resaltaban más.
-Yo Princesa.
-Lo suponía.-comentó exhibiendo una sonrisa torcida.
El móvil vibró y él me soltó, era Inma.
-Encantada. Me tengo que ir.-dije sin quitarle la mirada de encima.
Mientras subía las escaleras me reproche de haberme quedado mirándole no podía apartar la vista de él, fue algo extraño.
Abrí la puerta e Inma estaba en la ventana tirando de algo.
-¿Por que has tardado tanto?- Cuando ese algo terminó de subir, me saludó: era Alan
-Pues porque... me he entretenido. ¿Os pasa algo?
-Vengo para que no te mate el aburrimiento. Él se apuntó, no me preguntes porque, no lo sé.
Alan permaneció callado.
-¿Queréis algo de allá abajo? - ofrecí.
-¿Puedo bajar? Me gustaría ver quien hay. - dijo Inma.
-Claro. Se lo pregunto y si dicen que si, bajas. ¿Ok?
-Vale, pero que digan que sí, quiero ver como celebran tu cumpleaños.- Inma sonrió.
Como un velatorio.- respondí cerrando la puerta.
Busqué a mis padres que estaban solos separados de la gente, hablando.
Hemos pensado que ya eres suficiente mayor, para que lo sepas.
-¿Pueden venir unos amigos?- recapacité- ¿El qué?
¿Te refieres a los que están en tu habitación?
Si, ¿para que soy mayor?
Para nada, puede esperar-mi madre tenía una expresión en su cara que solo podía ser de dos cosas: de miedo o de sorpresa.
¿Podéis decírmelo ya?- indagué.
Si, tus amigos te están esperando arriba, bajalos- me aconsejó ¿o me ordenó?
Subí otra vez por la escaleras pensando en como se habían comportado mis padres estos últimos días y abrí la puerta.
-Ha sido él- Inma culpó a Alan antes de que él supiera que había entrado.
Inma se apartó y yo me dirigí hacia Alan, que tenía mi diario.
-DÁMELO- Le advertí.
-No.- contestó.
Ante esta negativa no lo pensé dos veces, porque si lo hubiera reflexionado no lo habría hecho, me abalancé sobre él, con el propósito de quitarle mi diario.
Forcejeemos un rato bajo la atenta mirada de Inma, al quedarnos parados y Alan encima de mí, carraspeó.
-Siento interrumpir, pero si no os vais ha besar, me gustaría bajar a ver a tus padres.
Alan enrojeció de repente y se apartó de encima de mí.
-No iba ha hacerlo-discrepó con Inma, empezó a murmurar.
Inma se rió.
-¿Qué pasa?, ¿Qué dice?
-Por ahora.-gritó Inma y salió corriendo de la habitación.
- No quería decir...- trató de disculparse.
-No importa- le corté-¿Vamos?- le invité ha salir de mi habitación.
Cuando salió me di la vuelta cogí el diario, lo cerré y lo puse sobre la mesilla.
Ya estaban abajo con Coraline cuando bajé.
-Hola Princesa-asentí a modo de saludo- Nos quedaremos unos días aquí.
-Que bien.- se despidió y se fue.
Tocaron al timbre, nadie se acercó y fui yo.
-Hola- Saludé abriendo lentamente la puerta.
-¿Qué paso?-inquirió sobresaltándome.
En un principio no lo reconocí.
-¿Qué haces aquí, Nacho?- pregunté molesta.
-¿Qué paso la otra noche?- Le noté exasperación en la voz.
-¿Qué noche? Y dime que haces aquí.
-Sabes que noche. Lo último que recuerdo es que nos besemos y a la mañana siguiente estaba en mi habitación con dolor de garganta.
-Aclaremos esto: Tú me besaste yo no, y simplemente te desmayaste, entonces Alan te llevo a casa. Eso es lo que sé.
-No besas tan bien como para que yo me desmaye. ¿Se puede saber que escondes?
Sin darme cuenta había casi cerrado la puerta.
-Nada, no te importa, lárgate.
Intentó pasar, empujándome.
-Es una fiesta familiar, no estas invitado.
Cuando iba a cerrar la puerta interpuso su pie entre la puerta y el marco.
-Venga-pidió- se me dan bien la fiestas familiares.
-No se permiten idiotas.
Me cogió la muñeca con tal fuerza que me hizo daño .
-¿A quién llamas idiota?-Y se acercó más a mi.
-¿No se nota? Suéltame- me encaré, no estaba de humor para suplicar.
-No puedes pasar- dijo un voz por detrás de mi. La voz sonó despreocupada a la vez que amenazante. Esa voz no era del todo desconocida para mi.
Me volví como pude, pues Nacho subió su mano y me tenía agarrada por el brazo, era William, con sus ojos verdes.
-¿ Y sino qué me vas ha hacer?
En los ojos de William no había nada, respecto a lo que a emociones se refiere, pero su cuerpo estaba contraído y su mandíbula tensada. Él dio unos pasos, hasta que la luz de la luna lo envolvió y lo volvió más amenazante.
-¿De verdad lo quieres saber?- preguntó con una sonrisa en los labios y un tono de burla plasmado en su voz.
-No tengo miedo de ninguna persona- rebatió Nacho.
Miraba esa penosa escena sin contribuir. Si hubiera una pelea, votaría a favor de William, no lo conocía muy bien, pero me daba la sensación que ganaría en una pelea contra Nacho.
-La peor persona que has conocido no tiene nada que ver conmigo.- Su voz se volvió más grave, ya no existía burla ni sarcasmo, ya no había nada salvo una advertencia clara; soy capaz de todo. Parecía que no lo había dejado demasiado claro, pues Nacho aún seguía en sus trece y no se había movido ni un centímetro, mientras que William ya estaba a mi lado- Suéltala.- Y me soltó.
-Faltan pocos minutos para que comience el año, pasad dentro- ¡Mi salvador! Alabé a mi padre por su don de la oportunidad.
William y yo pasemos dentro y allí me reuní con Inma y Alan, mientras mi padre hablaba con Nacho y, por lo que se veía, muy amigable en la puerta.
Un hombre de mediana edad se levantó y brindó:
-Por la paz y los cambios en nuestra comunidad, aunque ya veremos para que lado...- me lanzó una mirada acusadora.
Por un momento sentí todo el peso del mundo, sin saber el porque.
Entré a la cocina a por un vaso de agua, y cuando salí, ya no había nadie excepto Alan e Inma.
-Cuando asisten a una fiesta de fin de año se lo toman demasiado enserio.- murmuró Inma.
Por un lado me sentí aliviada, pues siempre me sentía agobiada con aquella gente, pero a la vez muy intrigada, ¿Como podían haber salido tan rápido?
Ni Alan ni Inma sabían nada y mis padres evadieron la pregunta.
Empezamos ha recoger, y fue rápido.
Estaba cansada, me limpié, me cambié y me tiré en la cama, para relajarme. Mi vista se enfocó en el diario abierto en el escritorio, estaba segura que lo había cerrado y lo había dejado en la mesilla, me acerqué y empecé a leer:
“Otra vez me he quedado inconsciente, esto cada vez ocurre más, me da algo de miedo aunque mis padres me digan que es falta de vitaminas no es muy normal.”
Pasé página, me acordaba de ese día:
“Hoy me han dado una especie de medicina, al principio me dio un poco de repulsión, por el color, que era un escarlata oscuro, y por su textura, que era muy espeso. El olor no me importaba, se parecía a óxido.
Al final lo probé porque mis padres se empeñaron y me encantó, me sentó de maravilla.”
Me sentí agotada y los parpados empezaban a cerrarse.

sábado, 28 de febrero de 2009


Que sorpresa!!!!!!! en serio que no me lo esperaba
gracias PunkyPinky

sábado, 31 de enero de 2009

Capítulo 1-La fiesta parte 2

Lo siento no haberlo subido antes pero se me borró el documento y tuve que reescribirlo (que patosa xD).


Cuando llegamos a su casa sus padres estaban preparando las maletas. Nos advirtieron que su tío se pasaría de vez en cuando para asegurarse que todo iba bien.
Me invitaron a pasar la noche allí para que Inma no estuviera sola; llamé a mi casa y contestó mi madre. Le pregunté si podía quedarme en casa de Inma.
--Sí. Princesa, siento mucho lo de antes—se disculpó—pero no soy tan valiente ni tan fuerte como pensaba. Él pensaba que podría contártelo—se lamentó.
--¿Él? ¿Quién es él? ¿Es papá?—pregunté sin ninguna efectividad, pues colgó.
Estábamos preparando los adornos, cuando me percaté de que alguien me estaba mirando. Recorrí la habitación con la mirada. Apoyado en el marco de la puerta estaba el hermano de Inma lo había visto algunas veces pero nunca había hablado conmigo, tendría unos 13 años, según lo que me había contado Inma. Lo saludé con la mano y se acercó. Se parecía mucho a Inma su pelo era del mismo color dorado que el de ella.
--¿Tu vives en la casa encantada?—Me preguntó con curiosidad.
--Sí—reí--¿Por qué está encantada?
--Bueno… Es grande, oscura, no se ve a nadie entrar ni salir, se oyen ruidos… Además dicen que allí viven monstruos.
--Entonces, ¿yo soy un monstruo?—pregunté, aguantando la risa.
--No—dijo pensativo—a lo mejor eres adoptada—lo dijo con tanta confianza que las ganas de reírme pararon en seco.
¿Podría ser verdad?, pensé, ¿Ese era el secreto que me querían contar?
A decir verdad, no me parecía mucho a ellos. Mi padre tenía el pelo tan rubio que, en algunas ocasiones, parecía blanco, sus ojos eran rojizos. Mi madre tenía el pelo cobrizo, aunque se lo teñía de negro, y sus ojos eran marrones. Por genética se supone que mis ojos debían ser oscuros y mi pelo claro, pero era al contrario. Mi pelo era negro y mis ojos azules. En definitiva, no me parecía a mis padres y cuando les preguntaba por ello, afirmaban que me parecía a mis abuelos.
Subimos a arreglarnos, aún confundida por la afirmación de Jamie, el hermano de Inma.
Inma tenía el pelo corto y muy rizado, así que para su disfraz se compró una peluca negra y yo me ricé el pelo, por muchos rizos que tuviera, el pelo lo seguía teniendo por el codo de largo.
Estaba en la mesa de aperitivos cuando un chico vestido de vaquero se me acercó. Llevaba una mascara aunque estaba casi segura que aunque se la quitara no podría reconocerlo.
--¿Te cae bien la chica de la fiesta?, es decir, ¿La conoces?—afirmé con la cabeza—Pues yo no la conozco ni quiero—sino quería conocerme que no me hablara, pensé. Seguí mirando por la ventana como el viento azotaba los árboles—Su casa es tétrica ¿no crees? A saber como es ella.
--¿Se puede saber por qué me hablas?—pregunté irascible. Por favor que se vaya, rogué. Pero no se fue.
--Te quiero conocer—sonrió--¿Qué piensas sobre la chica? Dicen que se llama Princesa. Vaya nombre.
--Creo que es una chica normal y que te has pasado—hice una pausa para respirar-- Para tu información me llamo Princesa, si tienes algún problema con mi nombre será mejor que me lo digas ahora—intenté calmarme y que me dijera algo. Como no contestó proseguí—Ahora te vas a dar la vuelta y como te vuelva oír hablar de mí vas a desear no haber nacido. --El chico desapareció entre la multitud y en ese momento llegó Alan, era el único chico que me gustaba y que además no me miraba como si fuera de otro planeta.
--Tengo algo que decirte—se colocó a mi lado, dirigió la mirada hacia donde yo miraba--¿Te estaba molestando?—negué con la cabeza y lo miré. Estaba increíblemente apuesto y para mi sorpresa iba disfrazado de Drácula.
-- ¡Anda! ¡Qué sorpresa! Aquí esta la vampiresa vestida de vampiresa, que ironía ¿no?—me di la vuelta y allí estaba él. Su pelo color miel, lo hacía parecer inofensivo, aunque de eso no tenía ni un pelo. Su sonrisa estúpida me daba ganas de pegarle una bofetada.
--Ah, ¿eres tú?—pregunté sonriendo—Pues…muérete—me fui hacia la cocina.
Nacho me cayó mal el primer día en que lo conocí. Me di cuenta de que era un prepotente, un soberbio y un imbécil. Todo empeoró cuando comenzó a llamarme “vampiresa”, por el simple hecho de que le mordí y le salió un poco de sangre.
--¿Es que tienes miedo de mi?—Nacho entró por la puerta.
--Más quisieras—dio un paso hacia mi—El miedo lo tendrás tu. Yo te podría morder—le desafié.
--¿Y si te muerdo yo?—se acercó otro paso mas y señaló su disfraz. Llevaba una capa, negra hasta el suelo y un esmoquin negro. Su pelo estaba engominado para atrás.
--Los magos no muerden.
--¡Qué graciosa! Al menos yo llevo colmillos—y señaló la dentadura de plástico postiza que llevaba.
--Fue por el veneno de tu sangre por lo que se cayeron—y retrocedí.
--Te encantaría beber mi sangre—esta vez se acercó tanto que pudo besarme.
--¿Interrumpo algo?—preguntó Alan en el quicio de la puerta. Yo me separé y Nacho se fue-- ¿Ya sois amigos?
--Prefiero la muerte—bromeé--¿Cómo te va con Sara?—cambié de tema.
--La he dejado. Lo nuestro no funcionaba.
--Que maduro, ¿Y por qué lo has hecho?
--Yo… yo estoy…enamorado de otra persona—sonrió—aunque no se si yo también le gusto.
En ese momento la vista se me empezó a nublar, me sentía mareada, las piernas me temblaban. Alan me cogió antes de caerme. Sentí un sabor amargo en la lengua. Y entonces Alan llamó a Inma.
--Estoy bien—le dije para que no se preocuparan--De veras, solo un poco mareada—Estaba acostumbrada a desmayarme de ese modo, aunque siempre había sido por ver sangre o solo de pensarla.
--Tendrías que echarte en la cama un rato. Acabaré con la fiesta ya—cuando intenté contradecirle me interrumpió--Ahora subo.
Subí por las escaleras hacia la habitación, cerré la puerta y busqué mi bolso. Tenía un jarabe que hacía mi madre que cuando me lo tomaba me sentía mejor y el sabor de la boca se me quitaba. Tenía un color carmesí y sabía a óxido, aunque tenía un toque dulzón.
--¿Eso es sangre?—reconocí esa voz. Era Nacho.
--¡Se puede saber que haces aquí!
--Terminar lo que empecé—se acercó rápidamente, me cogió del brazo y me besó. Intenté resistirme pero no tenía la fuerza suficiente—se que te gusto—no sé lo que me pasó lo cogí del cuello y lo levanté del suelo. Tenía una furia inexplicable dentro de mí.
--Princesa, tranquila—era Alan.
Dejé a Nacho en el suelo semi inconsciente, no sabía lo que me había pasado, una subida de adrenalina, tal vez.
Inma subió al cuarto y Alan dijo que se encargaría de llevar a Nacho a su casa.
Inma me despertó por la noche diciendo que oía ruidos, pero que le daba miedo bajar, así que me encargué yo de bajar. No tenía nada cortante en su habitación, por ello, cogí la escoba que llevaba su disfraz.
Bajé las escaleras en silencio e intentando no caerme. Estaba oscuro aunque lo suficiente para ver si había alguien.
Oí un ruido proveniente de la cocina. Fui y no había nada ni nadie. Entonces un escalofrío recorrió mi cuerpo, miré por la ventana y allí, había una sombra, no la veía bien, pro podría jurar que me estaba mirando. Empezó a ladrar el perrito de Inma como si le basara la vida en ello.
--¿Hay alguien ahí fuera?--pregunto Inma detrás de mi--¡Princesa, contéstame!--Estaba aterrorizada y yo petrificada, no podía moverme y mucho menos hablar.
--Creo que sí--dije después de recuperar el habla. No sabía lo que me había pasado--No le puedo ver bien. Voy a salir.--Pero Inma me lo impidió cogiéndome del brazo. Miré hacia la ventana otra vez, pero no vi nada, ¡se esfumó!
Después a Inma le costó mucho quedarse dormida y a mí, dejar de mirar por la ventana.

miércoles, 7 de enero de 2009

Capítulo 1-La fiesta parte 1

Hola!! Primero que nada daros las gracias por leer y comentar. Espero que este también os guste (no es muy buena XD)
Esta es la primera parte que es un poco larga.

Cinco días más y el año se acabará y con eso pasará mi cumpleaños, nací justamente el treinta y uno de diciembre a las doce en punto, casualidad, pero fue así.
Mis amigas se quejan porque después empezará otra vez el instituto, es por vicio, seguro, ya me gustaría ir al instituto, pero mis padres prefieren las clases en casa, así que los profesores vienen aquí. Si quiero hablar con mis amigas o simplemente salir tiene que ser después de la puesta de sol, porque mis padres están empeñados en que de más clases, aunque siempre estoy mirando por la ventana, nada me gustaría más que salir a la luz del día para variar.
---Princesa, ha venido una amiga a verte—dijo mi madre gritando por la escalera.
---Ya bajo, mamá.---Cerré la ventana de mi habitación, hacía mucho frío y el cielo estaba cargado, el frío me hacía sentir que estaba viva, me encantaba.
Baje por la escalera y me dirigí hacía la entrada y allí estaba Inma, con la chaqueta color caqui de siempre, unos pantalones vaqueros y unas botas negras.
Cuando mi madre se metió a la cocina, Inma se me acercó y me susurró:
---Tienes que venirte esta noche a mi casa.
--- ¿Por qué?, ¿Qué hay esta noche?--- Tratándose de ella, no sabía a que atenerme.
---Hay una fiesta de cumpleaños--- se le dibujo una sonrisa que le iluminó la cara.-y tu estas invitada.
--- ¿Quién cumple años? ---pensé en las personas que conocía que cumplieran años a últimos de diciembre y ninguno los cumplía, excepto yo. Entonces lo comprendí--- ¡No será el mío!--- Me empecé a preocupar, no es que no me gustaran las fiestas, que si me gustaban, pero tratándose de Inma quien las organizara podía pasar cualquier cosa.
--- ¡Tranquila!, y sí, es el tuyo—dijo con voz tranquilizadora, pero no surtió efecto.---y lo he organizado todo yo.
--- ¿¡Qué!? , ---grité--- si la organizas tu no me tranquiliza. En la última fiesta que organizaste prendiste fuego a toda tu casa y tuvieron que venir los bomberos. ¿Se puede saber por qué no me lo dijiste?
---Porque sabía que te ibas a poner así, y además es de disfraces, va ha estar genial. Te prometo que no voy ha prender fuego, ni siquiera cogeré una cerilla, por favor…--- rogó, estaba entusiasmada y ¿quién era yo para quitarle la ilusión? Así que acepté.
Subimos a mi habitación, nos sentamos en mi cama y allí me contó todo lo referente a la fiesta: la decoración, los invitados, más de los que yo había supuesto, y finalmente los trajes, que en vez de llevar trajes navideños como era normal en esa época del año planeó como una especie de halloween con la condición de llevar puesto un gorro de Papá Noel.
---Entonces, ¿de qué te vas ha vestir?, solo tienes la tarde---me preguntó con cara entristecida.
---Lo sé, y eso gracias a ti. ¡Gracias!---dije con toda la ironía que podía.---¿Ahora que hago?
---Lo siento, tenía que haberte informado un poquito antes. Pero que quieres, soy yo.---se excusó encogiéndose de hombros.---¡Tengo una idea!---dijo de repente.
--- ¡Tú!, eso no me lo esperaba--- y empecé a reírme al tiempo que fruncía el ceño.---Venga, dímelo---le pedí al ver que no continuaba.
---Voy ha hacer caso omiso a tu comentario---dijo haciéndose merecedora de un aplauso de haber pasado mi comentario por alto---y te lo voy ha decir.
Hice un gesto con las manos para que siguiera.
---Bien, haber que te parece. ¿Y si te vistieras de vampiro?---dijo esperanzada.
---Claro, ahora voy a por el traje de vampiro que tengo en mi armario para una fiesta sorpresa de disfraces---dije con ironía. Al ver que sonreía continué: ---No lo tengo, por si no lo sabías--- dije enfadada.
---No hace falta ningún traje especial solo…---fue apareciendo una sonrisa juguetona por las comisuras de sus labios--- ¿Tienes algo negro?
---Si, creo que si---acordándome de los vestidos que me regalaba mi madre para la fiesta de fin de año, a la cual invitaba a todos sus amigos. Me dirigí hacia el armario que estaba al lado de la ventana y saqué tres vestidos negros---Solo esto.
---Es perfecto—dijo sonriendo de oreja a oreja—solo habrá que cortar un poco por…
---Nada de cortar—la interrumpí---mi madre se pondría hecha una fiera si se enterara.
--- ¿Y si sé lo pregunto?---al ver que ponía cara contrariada, añadió: --- el “no”, ya lo tenemos.
---Vale, pero se lo preguntas tú. ¿De acuerdo?---y le ofrecí mi mano para sellar el pacto.
---Sí, ya verás como sí te deja---y alargó su mano y estrechó la mía.
Bajamos las escaleras como alma que llevaba el diablo y nos presentamos en la cocina, donde estaba mi madre cocinando.
---Salma, --- llamó a mi madre por su nombre de pila, cuando se volvió, continuó: ---para la fiesta de esta noche habíamos pensado en que Princesa se podría poner un vestido negro, de los que tiene en su armario.
---Claro, solo se los pone para celebrar el fin de año.
---Solo tendremos que cortar un poquito---siguió Inma.
--- ¿Cortar?, ¿para qué?---alzó una ceja mi madre.
---Bueno, es una fiesta de disfraces y no puede ir solo elegante tiene que…
--- ¿Y de que iría vestida Princesa si pudierais cortar los vestidos?---preguntó sentándose en la silla de madera, con una sonrisa divertida.
---Iría toda de negro, imitando a un…---Inma se quedó divagando en sus pensamientos.
---De vampira. Iría de vampiresa---continué yo.
La cara de mi madre se transformó en miedo y desesperación, empezó a negar con la cabeza.
--- ¡NO! Es muy peligroso, lo siento, pero no.---la expresión que tenía mi madre era de inquietud y no sabía el porque.
---Mamá, solo es una fiesta, ¿Por qué es peligrosa?--- pregunté con escepticismo, ¿Qué le pasaba?, ¿era por la fiesta o por el disfraz?
---No va ha haber nadie que yo no conozca, todos son compañeros de clase---aseguró Inma.
---No puede ir, y punto—sentenció mi madre.
---Salma, por favor, no se puede celebrar una fiesta de cumpleaños si la que cumple los años no está---insistió Inma---además van estar mis padres ---y me buscó con la mirada, al ver que no decía ni hacía nada, siguió indecisa--- y mis mascotas.
--- ¿Qué mascotas tienes?—preguntó severamente mi madre a Inma mirándola fija.
---Tengo un perro pequeño, que me regalaron por navidad y un gato--- Inma me miró sin comprender porque se lo preguntaba y me encogí de hombros.
---Entonces, te dejo ir---dijo dirigiéndose a mi---pero si tu perro o tu gato le gruñen a algún invitado, o se va ese invitado de la fiesta o se va Princesa---dijo dirigiéndose a Inma. Inma abrió la boca para decir algo pero mi madre le interrumpió---si, podéis cortar los vestidos.
---Gracias---le dijo Inma a mi madre.
Subimos por la escalera hacia mi habitación, allí Inma cogió las tijeras que había en mi escritorio y un vestido negro de los tres que había dejado en mi cama y se puso a retocarlo.
---Te lo dije—me restregó—gracias a mí, puedes cortar los vestidos e ir a la fiesta.
---No, --- le rectifiqué--- gracias a tus mascotas, es un poco raro, ¿no?
---Bastante, pero no le preguntes porque, por si cambia de opinión, ¿vale?
---Vale. ¿Qué estas haciendo con el vestido?---intenté verlo por encima de su hombro pero no lo ví.
---Unos arreglillos, tranquila se va ha quedar muy bien, te lo aseguro.
---Me das miedo---le respondí con la voz más tenebrosa que podía salir de mi garganta.
---Si, claro—dijo pasando de mi--- ¿Tienes pintura negra?
---Si, el otro día mi padre pintó la puerta de la cochera, ¿te la traigo?---sonreí ampliamente.
---No seas tonta, me refería a maquillaje---me encantaba verla contrariarse.
---Lo sabía---le dije burlándome de ella---tengo sombra, ¿te va con eso?
---Si, ¿sabes? tráete la pintura de tu padre, al final nos va ha servir para algo---rodé los ojos y bajé a buscar la pintura.
Fui ha preguntar a mi padre donde estaba la pintura, pero oí voces en el salón y me paré. Eran mis padres y sonaban preocupados.
---Si lo descubrieran…, no quiero ni imaginarme lo que harían---sollozó mi madre.
---Ey, Salma, no se porque te preocupas, nunca ha pasado y no va ha ser ahora---la consoló mi padre, pero no funcionó, siguió igual.
---Pronto empezará a sospechar, y habrá que contárselo---se lamentó mi madre---no sé como lo voy ha hacer.
---Cuando llegue el momento se lo diremos juntos, aún hay tiempo.---¿hablaban de mi?, ¿Qué es lo que me tenían que contar?
---Va a cumplir diecisiete, se lo teníamos que haber dicho desde que nació---me cansé de tanto enigma y entré.
--- ¿Me tenéis que decir algo, por casualidad?---pregunté alzando la ceja y poniendo las manos en la cintura y los miré a los dos a los ojos, estaban sentados juntos en el sofá naranja que estaba al lado de la mesa.
---No---respondió mi padre con contundencia.
---Lo he oído, hay algo que me deberíais haber dicho hace tiempo.
---Cariño, ---dijo mi madre amablemente levantándose del sofá y dirigiéndose hacia mí---es algo sin importancia.
---Entonces, decírmelo ya---le exigí.
---Vale. Te lo diré.---miró ha mi madre y después se dirigió hacia mi---era…, bueno…, solo era que tienes unos tíos que van ha venir a la fiesta y no sabíamos como contártelo.
---Claro, y soy idiota, y me lo creo---puse en mi rostro la sonrisa más falsa que podía y dije: --- ¿no me lo vais a decir?, ¿verdad?
---No---al decirlo, mi madre le dio un codazo en el estomago---quiero decir…, ya te lo he dicho.
Me enfadé, no me gustaba que me ocultaran las cosas y mucho menos mis padres. Cuando subí a mi cuarto le pregunté ha Inma que si nos podíamos ir ha su casa y accedió, cogimos el vestido, unos zapatos negros y la sombra, y nos fuimos.



viernes, 2 de enero de 2009

Prefacio - Muerte

Haber si empezamos bien este año y os gusta esto:

Se podría decir que estoy sola en esta lúgubre cuarto sin ventanas, probablemente en un sótano, eso si no contábamos a las personas que están detrás del doble cristal que hay enfrente de mí y que cuando logre liberarme, si me libero alguna vez, de la silla en la que estoy atada estoy segura que entrarían por la puerta para rebajarme.
Si alguien me hubiera contado lo que sé ahora, probablemente no lo hubiera creído. Sinceramente lo hubiera llamado loco y hasta lo hubiera llevado a un centro psiquiátrico.
En ese momento oí un ruido proveniente de la puerta de hierro situada a mi derecha, sino hubiera tenido las manos atadas a la espalda hubiera salido de aquí hace mucho tiempo, pero por mucho que me moviera, tirara o retorciera las esposas no cedían. Por la puerta entró un hombre alto, moreno sencillamente imponente cuando se acercó a mí me fijé en que sus ojos, eran negros como dos pozos sin fondo, vacíos de emoción y tenía el pelo corto, tipo militar. Cerró la puerta en un gran estruendo, cogió la silla de al lado de la puerta y con ella se dirigió hacia mí. Hizo una mueca, algo parecido a una sonrisa, dejó su silla entre el cristal y yo, y se sentó.
-Espero que su estancia aquí sea de su agrado- dijo sin perder la sonrisa.
-Si, claro, aunque algunas cosas se podrían mejorar-intenté levantarme pero no surtió efecto – como, por ejemplo, no atar a las personas que entran, ¿no crees?-dije con tono amable.
El hombre negó primero con la cabeza, parecía divertido por alguna cosa, de repente su gesto cambió, se volvió imperturbable, más de lo que ya era, y se levantó bruscamente de la silla causando un gran silbido por el suelo. Me dio un escalofrío.
-¡Deja ya el sarcasmo!-su voz se tornó autoritaria.
-¿A dónde se ha ido la amabilidad?-dije aparentemente despreocupada.
-Si con sarcasmo empezamos, con una muerte terminaremos y cree si te digo- se dibujó una sonrisa en su cara que me intranquilizó aún más-que yo no voy ha ser. Yo de ti rezaría.
-¡Qué poético! ¿Eres poeta?-se acercó a la silla en la que estaba atada y me acorraló. Y para intentar tranquilizarlo desvié el tema -y sobre lo del consejo no soy muy católica.
Eso pareció funcionar porque se sentó en la silla.
-Como quieras, no me importa lo que hagas sino lo que sabes.-Descubrió su cinturón, en el cual tenía una pistola- tu sabes algo que yo quiero saber.
-La envidia no es buena-le dirigí una sonrisa irónica.
-Lo que tu digas, pero que sepas que no es bueno hacerme enfadar- y acercó su silla más a la mía.-
-No diré nada aunque me matees. Así que puedes ahorrarte tus amenazas y haz lo ya-intenté serenarme y sonar despreocupada pero no lo estaba en absoluto.
Su cara cambió en el momento en el que lo dije, entonces cogió la pistola de su cinturón, se acercó lentamente hacia mí, a lo mejor para provocar mi agonía, y se sentó de rodillas en frente de mí, entonces oí un disparo…
Se me cortó la respiración, miré a aquel hombre que estaba con esa sonrisa burlona con la que había entrado, bajé la cabeza y vi un líquido escarlata saliendo por mi costado derecho. Empecé a notar la vista cansada y borrosa, cerré los ojos.
-Dulces sueños, Princesa- empezó a reírse.
Cuando sus palabras llegaron a mí cerebro, no lo pude creer, ¿Cómo ese desconocido sabía mí nombre?, a lo mejor solo era un decir, y estaba haciendo una montaña de un grano de arena.
Sentí un profundo dolor en el cuerpo.
El motivo por el cual me pasó esto, es una historia muy larga, así que empezaré por el principio, pero nunca me arrepentiría, soy parte de esto…

jueves, 1 de enero de 2009

Feliz año 2009

Feliz año nuevo!!!!!!
Empezamos creando un blog para el año nuevo
y haber si tenemos suerte y conseguimos una bonita
historia que os guste (haber si este año algo sale bien)
solo me queda despedirme y hasta la nueva entrada
bssss